Ya está, es demasiado. Me recuerda a los Funerales de la Mamá Grande, de García Márquez. Hay una tendencia a endiosar a aquellas personas que mueren, no fueron tan buenas si uno observa objetivamente. Hay que reconocer que de lo malo fué el mejor, pero eso no lo vuelve bueno. "Endiosar, honrar, homenajear, etc, son cosas que borran el protagonismo personal y nos ponen en un lugar de espectadores encandilados. Es otra manera de renunciar a las responsabilidades y a la acción"; dice Rozitchner y tiene razón.