No existe registro fotográfico de aquel momento porque no existía aun ese gesto mecánico, que a todos nos infectó, de sacar fotos a cualquier cosa, por cualquier motivo, básicamente por contar con esa posibilidad en el imprescindible, omnipresente y déspota celular. Según la leyenda salieron de Tacuarendí la noche del 4 de enero; cabecitas negras por antonomasia, venían con Pety; Ana con 16 años, Susy con 20. Las esperaban allá lejos Agripino (padre), Chito (Hermano Mayor), los primeros avanzados. Cruzaron toda la provincia natal de punta a punta y llegaron el 5 de enero. Cuentan que cuando arribaron por fin, la despedida de los amigos/compañeros de viaje (otros valientes desesperados) fue angustiante. Habían olvidado los miles de consejos, recomendaciones y advertencias; igual no quedaba otra alternativa más que seguir. La pasaron mal al principio, nada fue como imaginaban en la enorme e indómita Buenos Aires; los parientes ya no mostraban solo sonrisas, también los dientes, a...