Sinsentido

Después de dar clases en Cedima, donde estuve peculiarmente irónico (por fortuna los chicos son encantadores y festejan mis comentarios crueles), volví a la casa de mi madre (quien está de viaje por el norte de Santa Fe, Corrientes y provincias de paso) con los síntomas previos a la migraña. No está especificado en ningún estudio clínico sobre esta peste, pero tengo la firme sospecha que mis momentos de mayor crueldad e ironía son prólogos de crisis jaquecosas. También que le prosigue un estado de eufórica calma y optimismo sin sentido. En esta oportunidad, podría arriesgar que debido a Myriam, Adri y la ausencia de Theo y Ramona pasaron de largo la euforia, la calma y el optimismo. El único que me acompaña en este tardío regreso en tren es el sinsentido; como si fuera necesario.
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