Al ritmo de una canción que envuelve y está siempre comenzando
De supersticiones sabemos bastante y estamos convencidos que la suerte aparece cuando lo lineal se trenza. El pasado se mueve como un animal grotesco, excavando en el lugar correcto podemos encontrar restos de lo que fuimos. Es posible mensurar el efecto del tiempo en nosotros, cada uno de estos años es demasiado azul y el cielo quiere vernos volar. Las cuatro estaciones, las tardes, los momentos, se suceden y transforman, también la obsesión por capturar el instante. La vida que llevamos adelante y nos llevó puestos nos dejó mirando el sol caer por detrás de unos pinos en el oeste profundo, juntos, enamorados, al ritmo de una canción que envuelve y está siempre comenzando, con lo maravilloso navegando a la deriva y tentando a la suerte en cada ola que nos lleva y nos trae y nos ilusiona con la idea de envejecer juntos, una simple épica emocional larguísima, un deseo de dedos y sueños cruzados.