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Mostrando entradas de marzo, 2024

Ojalá la eternidad

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  Me interesa la idea del budismo zen del "Hoy persistente", que valora el pasado como necesario, precursor, imprescindible; al presente como lo único que está siendo, lo concreto, maleable, efímero, valioso.  Pero es ese lugar donde coloca al futuro el que más me atrae. El futuro es la dirección hacia donde llevamos todo lo que traemos, lo que fuimos acumulando, cargando, atesorando, los planes, ideas, sueños. Las decisiones se toman de acuerdo a la cantidad y calidad de los recursos con los que contamos. Y ese es el punto que más me atrae, el futuro como lugar donde proyectar el deseo, de la mano con ese optimismo Spinetteano que hace de lo que viene lo mejor. El "Hoy persistente", el modo en el que habría que intentar transitar esta vida es profundamente propicia en mi existencia: te tuve, te atesoro y estás presente en todo el futuro del cual el destino disponga.  Ojalá la eternidad.

Merienda

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  "A Euge y Theo,  aunque nunca  lleguen a ser mis enemigos" . Tenia ganas de tomar café con leche, entonces fué por Don Bosco hasta el chino de la calle Entre Ríos; entró, estaba vacío, solamente el chino estaba sentado en la caja hablando en chino con otro en videollamada, a ninguno se les entendía nada, debería estar prohibido hablar un odioma que solo entiende la mitad de la poblacion mundial. Agarró un sobre de café Dolca Late de 350 gr, un paquete de galletitas de hojaldre y otro de madalenas. Le pagó al chino, que no dejaba de hablar en chino 2200 pesos y siguió caminando hasta la verdulería, donde compró tres manzanas, dos duraznos y tres bananas, el verdulero preguntó "¿cómo estuvo el asado?", "muy bien, buenísimo", contestó sin tener idea de a qué asado hacía referencia el vendedor de frutas y verduras.  Entró al departamento, puso a calentar agua en la pava eléctrica negra para hacer el café con leche y sacó una foto de todo lo que había comprad

Chocolate

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  En la esquina de Avenida Independencia y Matheu hay un bar de los de antes, para poder consentirlos ahora se los llama tradicionales. Me decido a sentarme y pido un cortado ("lágrima", digo) y una medialuna de manteca. Saco el cuaderno de Suteba donde escribo todo (cosas de la escuela, discursos, poemas y hasta esto que estoy escribiendo ahora) mientras escucho en el celular "Bombay", de los Pérez García que implosiona mi estado de ánimo, había jurado no recordarte. El mozo expeditivo deja el pocillo posado sobre el platito, un vaso con agua y la medialuna que brilla de tanto almíbar con la que la pincelaron. Mis tres vecinos de mesa, uno en cada una, están ensimismados con las pantallas de sus móviles: uno se ríe, el otro transcribe algo con apuro y el otro pasa la yema del dedo índice de abajo hacia arriba aburrido. De golpe se enciende la TV, miro para donde está colgado el aparato e inmediatamente hacia el medio del salón, donde está el mozo intentando bajarle