Frío



Salgo del salón donde debemos esperar los docentes el momento de salir al ruedo (dar clases). Esta construcción es nueva, flamante, tanto que aun no están las paredes revocadas y entra frío por todos lados. Parece que hace más frío ahora que son las 9 hs que cuando llegué, hace una hora; el termómetro no debe indicar mas de 6 grados. Un muchachito de 2º año está en penitencia recostado contra un muro descascarado, con muestras evidentes de tener frío, lleva una remera manga larga y el guardapolvo como todo abrigo. Me acerco y le pregunto que hace en ese preciso lugar donde da la sombra y contesta que “de nuevo me puso en penitencia el puto de Viora”. Sospecho que Viora debe ser el profesor que llegó a las apuradas justo detrás de mí, firmó el libro de asistencia y le indicó a la auxiliar que le alcance “un cafecito cargado”. Le sugiero al alumno castigado que vaya a buscar un abrigo y me responde que ya fue tres veces y el profesor no le deja sacar su campera. Me dirijo hacia el salón que tienen asignado los chicos de 2º, golpeo e ingreso antes de esperar respuesta. El docente, que está sentado leyendo el diario, me ofrece una sonrisa; los alumnos aburridos fingen hacer un trabajo, la mayoría me mira intrigado. Realizo un saludo en general y le explico  al docente que vengo a buscar la campera del alumno penitente; la simpática sonrisa se le desdibuja del rostro, se para, camina hacia donde estoy y casi al oído me dice: “que se cague de frío ese desgraciado, se la pasa boludeando y molestando a los compañeros”. Lo miro, pareciera que con cara de no entender porque agrega “yo no se porque lo dejan seguir viniendo, es insoportable”. Como si no lo hubiese escuchado le digo que me llevo la campera, su compañero de banco toma la prenda para alcanzármela y el catedrático se interpone entre nosotros al momento que comienza con un cúmulo de imprecaciones y amenazas a elevado volumen, entre otras que le quitaba autoridad, que iba a quejarse con la directora, que si fuera necesario recurriría al gremio, y cosas por el estilo. Precisamente con estilo lo desplazo sutilmente y estiro el brazo hasta alcanzar el abrigo. Antes de salir del aula le digo mirándolo fijo, en un volumen solo audible por nosotros dos: “a 3 cuadras de acá podés gritarme todo lo que quieras, en el campito que está en Santa Rosa, salgo a las 12”. Cierro despacio la puerta, ella no tiene la culpa de nada, camino 15 metros y le doy la campera a su dueño. Me agradece y agrega “es un garca Viora” mientras se abriga. No se si es garca, algo debe haberle pasado de niño para que de adulto disfrute con el padecimiento de los demás, pienso. De 12:05 a 12:20 hs esperé infructuosamente, faltó a la cita. Sospecho que tendré una reunión con la directora, tal vez con la inspectora y representantes de algún gremio; solo espero que no me impongan la pena de padecer frío todo lo que resta de invierno mientras me encuentre en ese Establecimiento Educativo.

Ilustra esta entrada el nuevo modelo de guardapolvo térmico Prentex.

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