Pediatras eran... los de ahora


Llevamos a Amma a la primera consulta con su pediatra. Juan no es cualquier pediatra, tiene una forma muy particular de llevar la vida. Utiliza la bicicleta como medio de transporte, viste ambo y ojotas, es casi pelado y tiene el poco cabello atado atrás. Es nuestro salvador en época de colonia de vacaciones, cuando los demás médicos nos reclaman desde $ 100 por cada niño del barrio que necesita el certificado de aptitud física, el atiende a los 40 ó 50 vecinitos en su consultorio de Ramos Mejía ofendiéndose si alguien amaga pagarle.
Cuando nos ve, en el pasillo de especialidades del Hospital de Niños de San Justo, nos saluda con beso y abrazo e ingresamos a su consultorio. Queda chico porque somos como 8 adultos y el bebé. Sucede que hay 5 residentes (estudiantes de medicina haciendo sus prácticas) muy atentos a todo lo que dice Juan. Y él maneja esas situaciones como el más ducho de los crooner. Gesticula, explica, se pone alcohol en gel en las manos, alza a Amma con una destreza envidiable, mientras la exhibe y sigue explicando acerca de las características de los recién nacidos; la pesa, mide, ausculta y besa. Ahora le habla a Bárbara muy serio: “Todas las viejas y no tanto de la familia te van a decir cómo tenés que tratar a tu hija, que tiene frío, que tiene calor, que tiene hambre; no le hagas caso a ninguna. La teta toma cuando tiene ganas, sin controlarle la hora, viste alguna vez a una perra con reloj? A una chancha? A una oveja? Ellas son las que saben, así que nada de reloj. Todos los días tiene que salir a pasear para ventilarse, cuando hacés los mandados sale con vos. Decís que vivís en un segundo piso, bueno, si a alguien se le ocurre fumar ahí, lo invitás a salir al balcón y cuando se descuida lo empujás a la calle, dos pisos no es nada, a lo sumo unas fracturas. Si tenés frío, ella tiene frío, si tenés calor, ella tiene calor. Nada de llenar la casa de visitas, la mínima indispensable, y si podés evitar toda visita mejor. Que no se te ocurra pelarla, el pelo se le cae solo y crece solo. Ya te dijeron de ponerle los aritos? La abuela? Decile que se ponga ella otros aritos, esa es una costumbre anacrónica, a los varones no se les corta el pito, porqué a las nenas hay que lastimarlas haciéndoles agujeros en las orejas? Esa es una costumbre machista, que indica que a las nenas hay que marcarlas de nacimiento. Cuando sea grande ella va a decidir si quiere aritos, tatuajes y todo eso. Otra cosa, que ella decida si cree en dios y, si es así, de que religión quiere ser, no la obligues a nada con respecto a la religión, política y decisiones sobre su cuerpo, cuando sea grande va a decidir quién la marca y cómo. Esa es la mejor manera de amarla, cuidarla y respetarla. Está muy bien de peso, de estatura y de todo lo demás, cambiala y vení el miércoles de nuevo. A las 8,30 hs ya estoy acá. Si pasa algo hasta entonces llamame y no esperes que éste (señalándome) te traiga. Hasta pronto y que Bergoglio los proteja”.

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