El ardor de las palabras

 Muchas veces me pregunto si vale la pena seguir comprando libros. Tengo más de 400 que aún no leí, en la Tablet Kindle que utilizo exclusivamente para leer.

Cuando ya sea solo despojos, mis libros en formato papel, tantos en cantidad como los e-books, se van a tener que amoldar a bibliotecas extrañas, a estantes en puestos de ventas de usados. Y, en el último de los casos, alimentarán alguna fogata. Si así lo hicieran, si cayeran en esa desgracia, que sea para alimentar el fuego de enormes ollas, donde no coman 2, sino multitudes. O que entibien cuerpos pequeños, para que dejen de tiritar bajo el frío de ingratos destinos; que sus hojas ardan junto a parapetos, que permitan celebrar la llegada de festividades o alguna esquiva esperanza.

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