Un ciervo abandonado
Cuando nos besamos
se escuchan chasquidos
como de eternidad,
como de atardecer
en San Rafael.
Hay gente
que me envídia
la forma de mirar,
cuando te miro
y muero.
Ni tu sombra,
ni tu consuelo,
ni tu despedida,
nada soy
si no estamos,
como ayer.
Salgo al viento,
al viento helado,
cruzo el pasillo,
atravieso el cielo
con un elevado porcentaje
de amor en sangre.
Soy un animal sospechoso,
un ciervo abandonado
en el conurbano,
que renace de noche
al recordarte,
al pensar en tu boca
de besos de sabores rojos.
Comentarios