Chelo


Chelo fue mi compañero de aventuras, mi amigote, durante un largo tiempo.

Recuerdo que solía golpear la persiana de mi habitación, que daba a la calle, para que me levantara a desayunar con él.


Me llamaba Tin, porque me pedía, exigía más bien (por ese entonces trabajaba atendiendo el kiosco de uno de mis hermanos) que le diera una Teen , gaseosa lima limón ya en extinción similar a la Seven Up, inevitablemente todos los días.


Odiaba a Papá Noel (creo que por miedo) decía ¡¡Oh, Oh, Oh, huevón!! y hacía el gesto de tomarse las partes pudentas; los Reyes Magos le caían bastante mejor.


Le enseñé a manejar una moto de baja cilindrada marca Shuky por las calles del barrio y en la canchita; le fascinaba acelerar pero no frenar. Mis amigos más normales ("Visto de cerca nadie es normal" dice Caetano Velhoso) me recriminaban: - Estás en pedo ¿no ves que es mogólico? Y era cierto, Chelito nació con Síndrome de Down.


De día era brabucón, pendenciero, malhablado, mal educado, se metía en problemas y venía a buscarme para que lo defendiese. De noche aparecía con camisa y corbata, con una Biblia bajo el brazo y se ofendía si alguien no le dispensaba respeto.


Una pareja que tuve por aquellos días llegó a plantearme que lo quería más que a ella; y si, era evidente.


Estoy seguro que le debo a él la tendencia a trabajar con personas con discapacidad desde hace 15 años.


Hace unos días encontré a su tío Willy en un club de San Justo y le pregunte por él, me dijo: -Está en casa, ya no sale, tenemos miedo que se pierda.


Sabía que me estaba mintiendo, hacía unos años me habían contado la verdad acerca de porque ya no lo dejaban salir, la razón estaba relacionada con su tendencia zoofílica. Le pregunté si podía verlo y me dijo que si, que cuando quisiera.


Fui a visitarlo ayer, me sentía ansioso, alegre. Compré unas facturas y golpeé un portón de chapa al llegar a su domicilio. Salió su tía, me preguntó quién era, me presenté y le conté de nuestra amistad de hace unos 20 años atrás. Me dijo que esperara. Volvió casi inmediatamente y me comunicó que no me quería ver, que no me recordaba. Capaz que otro día, me dijo. Capaz que otro día, dije.

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