La mejor amiga

Cerca de las 18:30 horas ingresé al baño. Soy de los que se toman su tiempo en ese espacio íntimo y personal. Casi paralelamente mi hijo me pidió que le prendiera la luz de su cuarto y le dije: "ya salgo, esperame 2 minutos". A los 2 minutos lo llamé para comentarle que hoy lo iba a bañar temprano, pero no recibí respuesta alguna. Los que somos padres sabemos que un silencio prolongado en esta tierna edad (4 años) es el prólogo indudable de alguna macana (por ser sutil). Salí urgente y empecé a buscarlo, no lo encontré en mi habitación, ni en la suya, ni en el living, ni en la cocina. Llovía, en los patios no podía estar. Disfruta mucho ultimamente de jugar a las escondidas y pensé que por ahí podía venir el tiro. Salió por la culata, me cansé de jugar solo. Pasé como 10 veces por el pasillo y no se me ocurrió mirar el almohadón de nuestra mascota. Ahí estaban los 2, acurrucados y dormidos. Siempre dije de manera contundente y convencido: "no me gustan los perros"; desde que la conozco cambié por "no me gustan los perros, me gusta Milo".

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