Después del día

Espero
con el motor
en marcha
y los faros encendidos.
Ella
camina
hacia el portón que abre
y al cerrarlo
hace un gesto de despedida
con la mano
del anillo
que se enreda en todo.
Yo levanto la mía.
Al pisar
el acelerador
una miríada de sensaciones
se mezclan
con el viento
y chocan frontales
en el parabrisas.
Enfilo
hacia la avenida,
luego del día
doblo a la derecha
para tomar
la inmensidad en penumbra
de Camino de Cintura.
El ruido del motor
es un ulular monótono,
pienso en poner música
pero ninguna canción
podrá competir
con el vacío dorado,
recién estrenado,
que quedó
en el asiento del acompañante.