Actitud Carayá
Contaba Agripino, mi padre, que por aquellos años cuando
entraban al monte a cazar, debían tener sumo cuidado porque existían especies
particularmente peligrosas; podían cruzarse con un yaguareté o incluso, en las
márgenes del río, con feroces yacarés. Le llamaban la atención los monos Carayá
(del guaraní karadyá, jefe del
bosque); estos animales al verse invadidos comenzaban a aullar en la copa de
los árboles de modo desesperante y su modo de atacar era defecando en sus manos
y arrojando las heces cual proyectiles. Lo que siempre le costó entender era la
actitud de las hembras, quienes al verse acorraladas ofrecían sus crías, que
llevaban colgadas de sus espaldas, para que les dispararan, desestimando de
manera expeditiva la idea de “instinto maternal”.
En este contexto de pandemia y ante la crisis de la Salud
Pública es una actitud muy Carayá, la de algunos padres y madres, de enviar a
sus hijos a la escuela y exponerlos a padecer y propagar esta peste que hace
estragos y que tantas vidas ya costó; es ofrecerlos a la boca de la escopeta.
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