Manga de vagos

Participé del acto del Día de la Bandera en el Jardín de Infantes de mi hijo y luego esperé a que tuviera su clase de Educación Física (no iba a ser tan cruel de dejarlo sin algo que es tan importante y entretenido) para retirarlo. Pués bien, el Profesor Claudio (se llama como yo el embécil) realizó 1 juego que estiró durante ¡35 minutos! Consistía en pasear por el espacio y cuando decía, por ejemplo: ¡hombro!, los chicos debían apoyar esa parte del cuerpo. Después dijo rodillas, cabeza, codos, manos, piés, cola, espalda, panza y así pasó la clase. Miró el reloj más de 15 veces, bostezó unas 6 ó 7 y recibió y contestó dos mensajes de texto. ¡¡Todo eso SENTADO!! Así es, no se levantó en ningún momento. Saludó, se sentó en la banqueta que utiliza la profesora de música cuando toca el piano y de ahí no se movió. Llamé a Theo y le dije: "vamos hijo, es más divertido viajar en subte que hacer gimnasia". Le pregunté a la Señora Directora, quien me estuvo observando en todo momento, si siempre trabajaba sentado este muchacho y lo excusó diciendo que juega al tenis y no está bien de la cintura. Me preguntó si yo también era docente y le dije: "si, pero no se lo diga a nadie".

Muchos colegas se enojan y ofenden cuando les digo que somos una manga de vagos; y escupen la frase preferida de la peste: "Qué querés, con lo que nos pagan".