Cuti

Cuando niños todos tuvimos algún personaje o persona que jugaba el rol de monstruo. El mío fué Cuti.

Me sospecho bastante miedoso de infante, me habrá hecho pasar un mal momento este hombre ya que me aterraba coincidir en algún lugar con él .

Cuti era un tipo morocho, algo fornido, de una voz con caracter grave y gran sonoridad, que llevaba un vendaje generalmente sucio en su mano derecha.

Era común encontrarlo en cuanto bar, copetín al paso o cualquier local que despachara bebidas alcohólicas hubiese en el barrio.

Incluso avanzada mi adolescencia procuraba por todos los medios evitarlo.

Siendo ya adulto, o intentándolo, una madrugada avanzada, cerca de las 5 de la mañana, volvíamos con un amigo de bailar (mucho no bailábamos, éramos más bien observadores de bailes ajenos), cuando escuchamos un extraño ruido que provenía de entre unos arbustos, en la entrada de una bonita casa.

Era mi aborrecido adefesio, el engendro tan temido, el actor principal de mis pesadillas, que habíase caído de espaldas luego de arrancar una rosa de un jardín ajeno, en evidente estado de ebriedad.

Cuando lo ayudamos a incorporarse, sin soltar la flor, lloraba y nos besaba. Entre sollozos nos confesó que había hurtado la rosa con el fin de regalársela a su madre ya que ese día, efectivamente, se conmemoraba el día de la madre en nuestro país.

Lo acompañamos hasta su casa y a partir de ese día cada vez que nos encontrábamos compartíamos algunos tragos y departíamos de manera amena.

Hoy, después de muchos años, lo crucé en una calle de San Justo. Iba en bicicleta y llevaba en el cuello, cual si fuese un desproporcionado collar, una rueda de auto. Trabaja en una gomería cercana y estaría haciendo una entrega. Lo saludé a los gritos y me contestó: "¡¡Qué hacés querido!!".

Ya nada es lo que era.


Posan felices Mike y Sullivan de Monsters Inc