Jueves por la tarde


Ingreso a mi oficina de los jueves por la tarde a cumplir con la tarea. Entro por Bartolomé Mitre y casi bloqueando la puerta hay dos caballetes con un tablón, apenas queda lugar para ingresar. Un batallón como de 10 personas lavan, limpian y refriegan el frente. Cuando alcanzo mi lugar favorito observo con preocupación que está vallado. Entonces doy un rodeo por detrás de la fila de bancos que apuntan al altar y voy hacia el otro ala. Me acomodo, veo que hay poca gente, el silencio es apenas interrumpido por algún bocinazo que llega de la calle, a esta hora ya no tan transitada; también se escucha el monótono sonido de un motor que bien puede ser el de la máquina con la que lavan el frente o del equipo electrógeno que utilizan cuando se corta la luz.
Los santos me observan, está calentito acá, en la iglesia de San Expedito. Recién dejé a Theo en la psicóloga, justo a la vuelta (es paradójico que psicología y religión convivan en la misma manzana), luego fui a cobrarle el sueldo a Ramona (mi madre querida) y como le erré 3 veces la clave se bloqueó la tarjeta. Mañana tendré que ir con ella a la sucursal de San Justo para desbloquearla.
Me pego un susto bárbaro, la taquicardia no me deja mentir; una señora comienza a rezar el rosario y cuando conectó el micrófono salió un chirrido agudo a un volumen como para asustar al más valiente (que no soy yo). Casi salgo corriendo al grito de “San Expedito se cagó. San Expedito se cagó”; porque es bien sabido que los gases hay que eliminarlos y un santo tan milagroso no se puede tirar pedos convencionales, los suyos deben sonar a acople de micrófono.
……………………………………………………………………………………………………………………..
“Antes querría haber muerto que haberos ofendido...”, dice la señora buena que reza de pié a un costado del altar. Tiene las palmas juntas y las lleva a la altura del pecho, ladea la cabeza cada vez que finaliza una oración a la santísima María o al mismísimo hijo de dios; porque una cosa es ser buena, pero más importante es parecerlo.
……………………………………………………………………………………………………………………

Entra alguien con un asombroso parecido a mi prima Ester y se acomoda en las primeras filas (esas deben ser más caras o de penitencias más severas) y  pienso “lo único que falta, que la insoportable de Estercita me encuentre en San Expedito, voy a tener que fingir ser un ferviente devoto de este santo con pollerita tableada al cuerpo que le sienta tan bien por las formas torneadas de sus piernas”. No, por suerte no es. Se arrodilla (para parecer más dolida) mientras reza y luego dos tipos (uno que vino con ella y otro que estaba a dos filas), la ayudan a levantarse. Hace gestos de estar tan compungida que parece haber hecho un esfuerzo sobrehumano, como de haber escalado el Aconcagua o finalizado una maratón de 42 km en 2 horas 15 minutos. Se sienta (la sientan) y tira la cabeza hacia atrás, luego se toma la cara y llora. Toda la escena visiblemente sobreactuada. Es igual a mi prima Ester, ella lo haría así.

Comentarios

Entradas populares de este blog

PROYECTO: PALETS LC (Muebles de Palets Reciclados)

Demostración de Boccias en el Cef 112

Cine Sele