La mitad de Educación Física

Los termos plásticos en tonos rojo pálido no paran de servir ese líquido marrón oscuro caliente con ambiciones de café. En la pared que hace de fondo hay 2 banderas, una argentina que en letras redondeadas dice «Jóvenes Organizados de Virrey del Pino. Organizarse es transformar», debajo dibujaron 8 manos, parecidas a esas que hacen los chicos en jardín de infantes (la técnica es así, la maestra coloca témpera en las manos de los chicos y se las hace apoyar en papel o tela). La otra bandera reza: «Encuentro Regional de Jóvenes Organizados de La Matanza», y tiene la imagen de un grupo de niños empujando un mundo del tamaño de un fitito; que esta al revés de lo habitual, esto significa que la Antártida queda arriba y el Polo Norte abajo (bien a tono con la idea galeanense).
Llega un tipo con camisa a cuadros azul y celeste y un bremer azul francia con un equipo de música y vídeo. Comienza a armar todo con diligencia y concentración. Debemos ser unos 30, todos hablando entre sí menos el tipo que trabaja y yo. Mucho ambiente a profesor de Educación Física, esa pose superficial y canchera que si no formas parte jode un poco. También hay grupos de docentes que parecerian trabajadores sociales o asistentes sociales, algo desalineados y todos con anteojos. La gente de Educación Física no usa anteojos de lectura (si las imprescindibles gafas de sol), puede deberse a que para leer el Olé no se precisa tener buena vista.
El gimnasio es enorme y frio, hay sillas dispuestas en fila como para 100 personas, van a quedar muchas libres. Ahora comienza a sonar a volumen razonable y claro, música de los 80's. Difícil, pero cuando comience a sonar Rick Asley quizá me anime y demuestre algunas de mis virtudes adquiridas en las pistas de Sky Lab en mis años mozos.
Ingresa a este espacio enorme y refrigerado cual cámara frigorifica, un grupo como de 15 docentes, la mitad de Educación Física indudablemente (riéndose, haciéndose notar, abrazando a los conocidos que encuentran con emoción sobreactuada), munidos de sus inseparables mochilas; y otro grupo también homogéneo (damas elegantemente vestidas, caballeros con saco, camisa, corbata y zapatos caros). Para llenar esto, necesitamos10 o 15 oleadas más de estas.
Bueno, bueno, bueno, comienza a sonar «Rasputin» (no la composición maravillosa de Divididos), esa canción pegadiza que hizo furor a finales de los años 80.
Abruptamente se corta la música y comienzan a probar el micrófono. La mayoría continúa marcando el ritmo con el pié. Todos sentados para comenzar con la reunión que no tengo la más pálida idea de que se trata. El director de la Escuela Secundaria N° 127 de Rafael Castillo, me convenció luego de dos o tres halagos del tipo « Los chicos que tienen que ir con el profesor de construcción de la ciudadanía no querían saber nada y cuando les dije que ibas vos, dijeron que si», «No quiero mandar a esos viejos a punto de jubilarse que no tienen compromiso con nuestro proyecto». En concreto, no vinieron los chicos, ni los viejos y sospecho que debía estar presente el director y me mandó como representante para no viajar hasta Virrey del Pino este jueves húmedo y frío como pocos.
Toma la palabra un tipo de pelo corto, con campera de cuero y jean impecable. No vocaliza del todo bien, pero está entusiasmado. Las tres primeras frases pintan el panorama de esta reunión de cuerpo entero: «Vamos a ver un vídeo sobre la memoria...», «Como dijo el Che Guevara...», «Vamos a hacerla corta para no seguir cagandonos de frío».