Si es que existe

Myriam no llora porque leyó mal la notita en el cuaderno de comunicación de Theo y donde decía 13 hs, entendió 13,45 y llegamos tarde (yo mas que ella) y ninguno de los dos pudo ver a nuestro hijo bailando la polca en el acto del Jardín de Infantes, con motivo del aniversario de la muerte de Don José de San Martín, el Padre de la Patria.

Llora porque canceló su sesión de terapia de los jueves a las 14 horas y no es que le duela tener que pagarla igual; es que los jueves a esta hora usualmente llora. A eso va uno a terapia en definitiva, a desahogarse como se pueda y se quiera, y a ella le encanta desahogarse llorando.

Entonces ni intento consolarla, porque estoy convencido que se el porqué de su llanto; pero parece que le molesta que no la consuele y va a llorar al patio chico con ganas y muchas lágrimas. Como cuando estábamos juntos y me decía que quería hablar y yo le contestaba que para hablar están las sesiones de terapia; ahí aprovechaba y me proponía hacer terapia de pareja, y yo firme en mis convicciones (puede uno tener firme algo que no tiene?), que ni en pedo le cuento a un desconocido cosas íntimas, que para eso están los amigos. Aunque pensándolo bien a mis amigos siempre les cuento versiones edulcoradas, favorables y graciosas de lo que me acontece.

El cuadro de situación quedó conformado así: Myriam llorando en el patio chico, Theo y yo jugando en la habitación con un globo azul (que había quedado inflado desde su cumpleaños) a pechito/mareo, pensando que eso se parecía mucho a la felicidad, si es que existe.